Huye el lobo por la senda que marcó alguna vez sus pasos. Recorre el tiempo con sus patas y sus huellas se asientan en un suelo perfectamente enhebrado. Descuida los hilos que va rompiendo mientras galopa hacia el abismo, corta rasga y sesga la hiedra que emerge de un pantano que lo invita a hundirse entre bastas aguas tan oscuras como el cielo que lo empapa. Huye el lobo desorientado sin saber muy bien de qué escapa, ¿un frío, un odio, un amor mal augurado? Quizás un corazón que alguna vez ha mal tratado. Lo que sea, lo que fue, ahora le exige exiliarse en cualquier condado, donde no alcance su profunda vista a ver el dolor que atrás ha dejado. Corre el lobo en círculos por un prado mientras El Sol fatiga su piel y La Luna congela su pelaje durante noches y días que pierde la cuenta desde que empezó a correr, donde el lobo ha perdido el miedo a la vida perder. Mas de igual manera el lobo siente miedo y una apatía que ha apagado su ser, porque, por querer entender el lobo, más se haya perdido, y por haber querido ha perdido un amor también. Cansado quiere parar en las faldas de una montaña, pero ésta tiembla y brota fuego para ahuyentar a un lobo que pide tregua “Vete lejos, no has de parar, pues cada vez que andes parado, más tarde o más temprano, quebrará el cielo y morirá aquella estrella que alguna vez hubiste regalado. Huye lobo, mas ve con prudencia, pues tus hilos han caído, tan solo uno queda pendiendo de esa estrella que te ilumina con tanto brío. Sé que duele, fuiste amado, muy querido, pero querido lobo, es bien sabido, que quien no supo cuidar algo tan puro ha de pagar por dejar morir de frío al ser más dulce que alguna vez nadie, nunca ha conocido. Y esta penitencia que te sirva pues, para no volver a doler, ni ser un ser dolido, para no matar de pena lo que por ti tanto ha dado y se ha visto sometido. Huye lobo, y en penitencia, no dejes de correr para salvar lo que aún te queda, esa estrella con su nombre es y será tu condena. Eternamente una estrella que en el cielo se rebela por no haber sabido cuidar su corazón y rebozarlo de apatías y penas.”
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